La Nación / Diego Cabot / 24 de diciembre / Argentina Solo falta que los aviones despeguen y vuelen marcha atrás como para completar un panorama absolutamente contrario al que reina en el mundo aerocomercial de todo el planeta. La Argentina ha dado el paso más importante que se podía prever para darse un mercado monopólico, ineficiente, tremendamente costoso y que generará incomunicación y molestias. No hay manera que no suceda. Llegará más tarde o más temprano, pero llegará. El decreto que se conoció entre las garrapiñadas y el pan dulce generará enormes brindis en miles de personas que trabajan en la empresa de bandera, se descorchará fuerte en los sindicatos aéreos y hasta se sentirá en los que apoyan con ferviente militancia la estatización de los cielos en…
El Gobierno decidió cumplir el sueño de dejar prácticamente monopólica a la línea aérea de bandera con regulaciones que hacen cada vez más difícil la competencia
